Ahora el docente
no puede solo asumir el papel de expositor de un contenido, lo que Collison et al. llaman “un sabio en el escenario”, en donde
la comunicación está limitada a emitir un mensaje a un receptor y en ocasiones no se verifica si este mensaje
realmente ha sido asimilado, procesado y si ha significado algo para ese otro
individuo. Y hablo en términos de
comunicación porque es precisamente la comunicación la base de esta teoría; el
rol que deberá asumir el docente de este siglo deberá ser el de “moderador”, asumiendo la difícil tarea
de ser el promotor de una “cultura de la
comunicación en el aula”, no solamente en el espacio virtual, sino, en mi opinión
personal, también en el presencial.
Es así como el
docente deberá ser el facilitador de
las relaciones de comunicación entre los miembros de esa comunidad, deberá
promover el diálogo entre ellos y facilitar
de esta forma la interacción de los estudiantes nos solo con los contenidos
del curso, sino también con los demás individuos que componen esa comunidad.
En el espacio
virtual, esta labor del docente se hace, a mi modo de ver, más compleja. Retomando
mis comentarios anteriores sobre las experiencias previas que he tenido en
otros cursos virtuales, refuerzo la idea que es necesario para participar
activamente del curso, tener la retroalimentación del otro, no sentirse hablándole
al vacío, que haya otro “conversando” contigo, con tus comprensiones, con tus
preguntas, con tus mismos errores, que realmente se de la interacción y para
esto creo que es fundamental esa intervención del docente en algunos momentos,
es por eso que el docente “facilitador
desde el lado” de Collison et al. deberá ser muy cuidadoso para no caer en el extremo
y pasar de facilitador a observador o espectador, deberá estar permanentemente
haciendo un monitoreo del curso, pues los
participantes de una comunidad virtual o presencial, son todos distintos, con
distintas formas de aprender, distintos tiempos para asimilar los
conocimientos, distintas formas de expresarse, de comunicarse con el otro. No
siempre es fácil lograr crear esa cultura de la comunicación en la que los
participantes ejerzan, no por
obligación, sino por convicción y por motivación, ellos mismos el papel de
moderadores y es entonces papel del docente hacer este escaneo permanente del
curso y ser pues el catalizador de estas relaciones, haciendo las intervenciones
oportunas, para no permitir que los estudiantes pierdan la motivación y el interés
por los temas tratados y que por el contrario cada vez se sientan más
comprometidos e intrigados.